ETERÉA: visiones de un nuevo imaginario
- Andrés Valverde
- 29 sept
- 2 Min. de lectura
Por: Andrés Valverde
Para: Hydroponic Magazine
El pasado sábado 27 de diciembre, el salón de Le Chandelier en Los Yoses se transformó en un portal a otra dimensión. La pasarela de ETERÉA fue mucho más que una muestra de moda: fue un espejismo colectivo, una exploración de identidades que se disuelven, se reinventan y se rearman sobre el cuerpo.



Cada salida parecía un fragmento de un sueño compartido. El oro metálico se enfrentó a la negrura absoluta; la androginia convivió con la sensualidad descarada; la teatralidad gótica encontró eco en la rebeldía punk y en la ligereza de lo surreal. La pasarela se convirtió en un laboratorio visual donde lo imposible era permitido, donde cada diseñador llevó su universo al límite para después hacerlo dialogar con el de los demás.



Había una narrativa de contrastes: dureza y fluidez, exceso y minimalismo, lo clásico distorsionado por lo experimental. Y, sin embargo, en medio de esa diversidad, existía un hilo conductor: la libertad. Libertad de género, de silueta, de ornamentación. Libertad de ser personaje, criatura, héroe o villana por un instante.



El público fue testigo de un desfile donde los cuerpos se transformaban en lienzos, y la ropa en declaraciones políticas, emocionales y hasta espirituales. Lo que se vio no fue moda en el sentido tradicional, sino modos de existir, de resistir y de resplandecer.



Y es que esa noche entendimos que la moda en Costa Rica ya no se conforma con vestir: busca contar historias, provocar preguntas, generar incomodidad y al mismo tiempo fascinación. ETERÉA fue un recordatorio de que el estilo no siempre busca complacer, a veces busca confrontar… y en ese choque se encuentra la verdadera belleza.


Al final, mientras las luces se apagaban y el eco de los aplausos todavía vibraba en el aire, una pregunta quedó suspendida, como buen eco Bradshaw:¿acaso no es la moda, en su esencia más pura, la capacidad de volverse etérea… y aún así dejar una huella imborrable?
Backstage: donde la magia también respira
Si la pasarela es espectáculo, el backstage es confesión. En los sofás rojos de Le Chandelier, entre miradas intensas y silencios compartidos, se revelaba otra cara de ETERÉA: la de la espera, la tensión y la complicidad.
Entre terciopelos oscuros, melenas platinas y abrigos con toques de fantasía, los modelos se movían entre el cansancio y la euforia. El lente capturó no solo atuendos, sino gestos: la mirada fija que ensaya seguridad, la pose relajada que esconde nervios, la actitud desafiante de quien ya entendió que la moda también es performance fuera de la pasarela.


Ahí, en ese entretiempo donde el público no alcanza a mirar, ETERÉA volvía a ser fiel a su nombre: algo intangible, íntimo y poderoso. Porque la moda no solo vive en la pasarela; también respira en esos instantes de espera, en los sofás, en los silencios y en las miradas que anticipan el próximo aplauso.




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