Crónica visual del segundo día del Costa Rica Fashion Week 2025
- Andrés Valverde
- 12 jul
- 3 Min. de lectura
Texto y fotografías por Andrés Valverde
(Fotógrafo profesional que estará cubriendo el New York Fashion Week 2025 para HYDROPONIC MAGAZINE)
El viernes por la noche, la pasarela del Costa Rica Fashion Week 2025 se convirtió en un caleidoscopio de texturas, narrativas y contrastes. Desde la sofisticación andaluza hasta el cuero grasoso de los talleres mecánicos, este segundo día nos recordó que la moda no es solo estética, sino también identidad, denuncia y juego. Cuatro pasarelas, cuatro mundos, un mismo lenguaje: el de la expresión creativa.
ESSDM — El alma de Andalucía en movimiento
La escuela ESSDM (Escuela Superior Sevilla de Moda) abrió la noche con una colección que parecía sacada de un sueño flamenco. Cada vestido era una pincelada de historia y modernidad: volantes fluidos, escotes románticos, y una paleta que oscilaba entre el blanco puro, el negro dramático y toques de carmesí. La colección evocó patios andaluces, danzas al atardecer, y una feminidad vibrante que no teme al dramatismo ni a la elegancia.
Tules etéreos flotaban como aire de verano en Córdoba, mientras los bordados parecían contener secretos heredados. Las modelos caminaban como si la música del sur las guiara, y por un momento, todos viajamos sin salir del teatro.






PARCHITA — Donde el color se vuelve deseo
La segunda pasarela cambió el ritmo: PARCHITA, marca costarricense, nos regaló una colección de bolsos que hablan por sí solos. Con una dirección artística impecable, la diseñadora jugó con formas limpias, estructuras modernas y una paleta que iba del nude más elegante al fucsia más provocador.
Los bolsos fueron protagonistas absolutos: esculturas funcionales que podrían haberse exhibido en un museo, pero que también gritan calle, uso y deseo. Cada pieza parecía decir: “Llévame contigo, soy arte portátil”.





SOFIRAR — Moda como denuncia
La tercera propuesta fue una experiencia sensorial. SOFIRAR, de la diseñadora rusa Zarina Vataeva, presentó una colección que abordó el tema de la pesca insostenible y el deterioro de nuestros océanos.
Vestidos en tonos celestes, azul profundo y blanco espumoso flotaban como medusas tristes en una pasarela que parecía el fondo del mar. Las telas brillaban con un efecto mojado, casi como si las prendas hubieran emergido recién del agua contaminada. Algunos vestidos incluían detalles que simulaban redes de pesca, corales muertos o peces atrapados en plástico.
Una pasarela que fue tanto una obra de arte como un llamado de atención. Una belleza incómoda, como mirar un arrecife moribundo y no poder apartar la vista.






JASETH HERNÁNDEZ — El taller mecánico se convierte en pasarela
La noche cerró con un estallido de color, sudor y cuero. Jaseth Hernández presentó una colección que parece salida de un videoclip de Rosalía o un taller clandestino donde la grasa y el estilo se mezclan con precisión milimétrica.
Los modelos, brillantes por el aceite que cubría sus cuerpos, desfilaron con chaquetas de motociclista, pantalones de cuero intervenido, lentes oscuros y actitud rebelde. Una fantasía urbana, sensual y post-industrial que convirtió la pasarela en una calle caliente de algún lugar sin nombre, pero lleno de ritmo.








El mejor look de la noche: ladridos con estilo
Pero entre vestidos espectaculares, bolsos de diseño y mensajes sociales, hubo un invitado inesperado que se robó el corazón (y las cámaras): un chihuahua diminuto, vestido con joyería brillante, una boina francesa, gafas de sol y un outfit que haría temblar a cualquier fashionista de París.

Este artículo editorial estará disponible también en la próxima edición impresa de HYDROPONIC MAGAZINE.
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